Cine

Además de la poesía y de la música popular, el arte de Vinicius se expandió hacia muchos otros terrenos de la creación, a través del diálogo y la amistad con arquitectos, artistas plásticos, coreógrafos, actores y dramaturgos. Sin embargo, el séptimo artes fue el que más atrajo su atención, durante largo tiempo de su vida.

Cinéfilo desde siempre, ya en 1930 inaugura, con otros amigos y en la casa de Claudio Mello e Souza, el primer Chaplin Clube de América del Sur, y participa de una breve revista dedicada al cine, llamada O Fã.

En 1941 empieza a escribir críticas sobre el tema para el periódico A Manhã. A partir de entonces, su vínculo con el medio cinematográfico atravesaría casi todos los sectores. Además de crítico, Vinicius fue productor, guionista, delegado y presidente de Festivales de cine (nacionales e internacionales), autor de bandas sonoras, y protagonista de un documental.

Durante la década de 1940, Vinicius participa activamente de una polémica muy divulgada en la prensa, sobre el fin del cine mudo (al cual se mostraba contrario). Poco después, en 1946, viaja a Los Ángeles, donde va a vivir una larga estancia debido a su carrera diplomática. Durante esta fase, conoce a grandes personalidades de Hollywood y convive con brasileños como Carmem Miranda y Aloysio de Oliveira. Vinicius incluso llega a estudiar cine, en 1947, con Orson Welles, además de publicar internacionalmente la revista Film, con el joven crítico brasileño Alex Viany.

En la década siguiente, sigue ejerciendo el oficio de crítico en periódicos como Última Hora. Empieza a participar como jurado en festivales internacionales, y en 1952 recorre los principales festivales de Europa. En 1959, la adaptación cinematográfica francesa de su obra Orfeu Negro, con guión de su propia pluma, gana la Palma de Oro en Cannes y el Óscar de mejor película extranjera. En la década siguiente, estrena como director de un documental encargado por el Ministerio de Educación y Cultura, dedicado al Edificio Capanema y a los azulejos de su amigo Cándido Portinari. Este documental, lamentablemente, se pierde y desaparece entre los archivos de la burocracia estatal. En 1965, realiza una nueva incursión cinematográfica, ahora al trabajar con el cineasta carioca León Hirzsman en el guión de Garota de Ipanema, una película que se estrenaría, aunque sin obtener mucho éxito, en 1967.

De hecho, la mayoría de las experiencias de Vinicius con el séptimo arte resultarían planes no terminados o interrumpidos. Aleijadinho, un documental encargado por Alberto Cavalcanti en 1952; Arrastão, una adaptación de la leyenda de “Tristán e Isolda” en suelo brasileño, y Polichinelo, del año 1974, guión escrito pero jamás filmado, son apenas tres ejemplos de muchos otros proyectos cinematográficos que no se llevaron a cabo. No obstante, el legado precioso de la crítica que Vinicius nos dejó sobre el cine de su tiempo, presente en los textos de esta sección del sitio, se vuelve un registro cada vez más valioso de la historia cultural brasileña a lo largo del siglo XX.